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jueves, 17 de abril de 2014

Literatura de viajes



El escritor y periodista Javier Reverte dijo que su primer viaje fue desde Madrid a Vigo. Él y su hermano nunca habían visto el mar y cuando llegaron allí fueron a todo correr a probar el agua para saber si era verdad que estaba salada. 

Viajar es un sinónimo de sentir, de experimentar, de vivir, al fin y al cabo. Una necesidad que algunos seres humanos tenemos y de la que nunca podremos librarnos.

 Los que me conocen ya saben que me encanta y por eso no soy capaz de resistirme cuando encuentro algún libro que prometa llevarme más allá de la frontera. 
 
Uno de ellos, hace tiempo, fue “En el país de la nube blanca”, de Sarah Lark, en el que crucé el
océano, en el siglo XIX, con dos mujeres británicas, una profesora y una aristócrata, hacia Nueva Zelanda.

La trama considero que era buena, sobre todo en el sentido histórico, explicando cómo se desarrolló la colonización, pero las descripciones de ese lugar tan espectacular creo que no le hacían justicia y la cultura maorí casi no aparece en la novela, así que me decepcionó un poco.

Ahora, hace unas semanas, me encontré con “El reino del azahar”, de Linda Belago, que guarda una asombrosa similitud con el anterior ya que también trata de una mujer, en este caso, holandesa, que se va a vivir a Surinam (conocida antiguamente como Guayana holandesa –América del sur) en la misma época.

Sin embargo, el argumento en él está mucho más equilibrado en un conjunto armonioso donde naturaleza, cultura e historia se funden desde el principio hasta el final.

La protagonista, Julie, huérfana de padre y madre, a los 18 años pasa de vivir en un internado, a ser casada por su tío con un hombre que sólo conoce de una noche y que tiene una plantación de caña de azúcar mantenida por esclavos al otro lado del mar.

Poco a poco veremos cómo ella irá dejando atrás su inocencia para defender los derechos humanos en un paisaje tropical de una belleza exuberante. Las flores, los animales, el tránsito en barcazas por los numerosos ríos, los indígenas y las creencias de los esclavos negros. Todo está detallado con una exquisitez absoluta que te conduce a una lectura desenfrenada. Para los que quieren desaparecer durante unos cuantos días.

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