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martes, 13 de mayo de 2014

Un paseo



Muchas veces tendemos a compararnos con otros y deseamos lo que no tenemos, en vez de mirar lo que hay en nuestras manos. La clave de la felicidad pasa de puntillas a nuestro lado, mientras perdemos el tiempo amargándonos. Somos impacientes y exigimos un mañana dibujado con tiralíneas, en vez de recibir un presente que es un regalo, hasta que algo que formaba parte de él se pierde y no lo encontramos más. Entonces sí tiene valor, entonces se vuelve imprescindible.

La vida está hecha de imágenes y recuerdos, de símbolos atrapados en objetos, yo intento apresarlos todos. Aunque las cajas de mi memoria y las de mi habitación parece que no pueden albergar más, siempre entra algo nuevo.

Ayer fue un simple paseo que di con mis padres hasta la playa de Oza. Casi muero de frío, porque estoy medio afónica tras una semana de gripe y el viento corría de aquí para allá. Ni siquiera podía hablarles o se me congelaba la garganta.

Mi madre no tenía ese problema, así que nos amenizaba el camino con mil y un comentarios; mi padre, por su parte, sacó su bolsa de cacahuetes y con la mitad de las palabras se arreglaba.

A nuestro alrededor, en el parque de San Diego, se reunían los dueños de los perros dejando que estos jugaran, mientras los viejecillos los veían apretujados desde sus bancos al sol, aprovechando los últimos rayos.

Bajando hacia el puerto, unos cuantos corredores nos adelantaban. Cada vez hay más gente haciendo running por la calle. Hasta las mamás con sus carricoches parecían ir a buen ritmo.

Ya en el camino hacia la playa, el barco del día traía su carga de pescado seguido de un montón de hambrientas gaviotas. La luz aún aguantaba presente aunque ya eran las ocho de la tarde. El mar no podía ser más azul.

Para muchos, un día como otro cualquiera. Nada impactante. Nada que merezca la pena ser contado.

Para mí, es un cuadro de percepciones y sentidos, de escenas múltiples que hacen que me sienta bien y que dicen mucho más de lo que parecen. 

Todo está más cerca de lo que pensamos y de nosotros depende el valor que le demos.

 Playa de Oza de www.coruna.es

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