Creo que ya había contado que fue mi hermano quien me llevó a descubrir la ópera, ya que el canto lírico es una de sus pasiones y trabaja a veces como barítono. No recuerdo si la primera obra que vi fue “Così fan tutte” o “L’elisir d’amore”, lo que sí sé es que estaba emocionada, y es que la ópera o la amas o no la soportas, no hay término medio. Yo soy de las que siente escalofríos con las arias y la orquesta en vivo, disfruto viendo los decorados y el vestuario y tomo partido a favor de un personaje u otro. Aunque la tengas en CD, nada es comparable a escucharla en directo.
En Coruña, el Festival de la Ópera -uno de los más antiguos
de España- suele ser en septiembre y este año sólo se representó una (las demás
son cantadas, sin actuación), “La Traviata”, de Verdi. En el cine, es la obra que emociona a Julia Roberts en "Pretty woman", como dato anecdótico. Es sencilla, pero muy
bonita, porque resulta bastante melódica, tiene muchas piezas que recuerdas
fácilmente y tatareas sin darte cuenta. Aunque su argumento, como muchos del
romanticismo, es trágico.
Cuenta la historia de una rica cortesana, Violetta, que da
una fiesta en su salón de París tras superar una enfermedad. Allí conoce a
Alfredo, quien es el responsable del discurso del brindis, uno de los temas más
conocidos de la obra: “Libiamo ne'
lieti calici”.
Más tarde, ella se encuentra indispuesta al sufrir un mareo,
momento que aprovecha Alfredo para confesar a Violetta que la ama desde hace un
año. Ella no le cree, pero alberga dudas y le da una oportunidad. Sin embargo,
a continuación canta “Sempre libera”, una defensa de su necesidad de libertad e
independencia.
Aún así, tres meses después, Violetta y Alfredo viven felices en una casa de campo en las afueras de París, pero Alfredo descubre que Violetta está vendiendo sus bienes para mantenerlo y se marcha con la intención de impedirlo. En ese momento, llega el padre de Alfredo a la casa, Giorgio Germont, y le exige a Violetta que deje a su hijo, porque él tiene una hija a la que quiere casar y no podrá hacerlo si el nombre de Violetta, como cortesana, aparece vinculado al de su familia. Violetta, trágicamente, lo asume y decide abandonar a Alfredo, le escribe una carta que llegará a él por mano de sus sirvientes y cuando él entra en la casa antes de que ella se vaya, le canta llorosa “Amami, Alfredo”, pidiendo su amor incondicional.
Cuando Violetta se ha ido y Alfredo lee la carta, su padre vuelve a la casa para intentar calmar su desesperación recordándole su hogar, “Di Provenza il mar”:
Pero no sirve de nada, Alfredo cree que Violetta se ha ido a la fiesta de una amiga y va a buscarla. Allí la encuentra con el barón Douphol y la repudia públicamente tirándole el dinero que dice que le debe, mientras ella no para de repetirle cuánto le ama.
Todos los asistentes,
incluido su padre, se vuelven en contra de Alfredo. Es entonces cuando él se
marcha avergonzado, sabiendo que ella nunca le perdonará.
Meses más tarde, la enfermedad que asediaba a Violetta hace
mella en ella y la lleva al borde de la muerte en su dormitorio, vacío, porque
lo ha vendido todo. Allí recibe una carta del padre de Alfredo diciéndole que
le ha explicado todo a su hijo y que van de camino a París, pero ella siente
que ha llegado su hora. Sin embargo, cuando todo parecía perdido, Alfredo
aparece para pedirle perdón y decirle que dejarán París, “Parigi, o cara , noi lasceremo”, pero no hay
remedio, minutos más tarde ella fallece.
La verdad es que es difícil escoger escenas porque hay muchas bonitas y la combinación de voces entre el tenor, la soprano, el barítono y los coros son perfectas. Estas son las que más me gustan. Espero que las disfrutéis tanto como yo.
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