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domingo, 16 de mayo de 2010

Señoras


Antes, mucho antes de que naciera el fenómeno fan en el Facebook que hizo visibles a muchas de las señoras de este país, yo ya las admiraba. ¿Cómo no hacerlo?
Estamos rodeados de señoras que van juntas a andar, que asisten a todas las exposiciones habidas y por haber, que hacen teatro, juegan con sus nietos, practican tai-chi, bailan en las fiestas, etc., etc. y etc.
¡Y la gente compra libros de autoayuda para aprender a ser felices!
¡Por Dios, pero si no hay más que mirarlas!
Qué fuerza de voluntad reside en ellas que es capaz de tirar abajo las barreras de la edad, de atreverse con todo lo que les pongan por delante y más. Pueden hacer carreras universitarias, ganchillar a la hora de la siesta y ver juntas cómo se pone el sol, en el mismo día.
Y cuidado, que no estoy hablando de "marujas". Eso puede llegar a serlo cualquier mujer de hasta cuarenta años. Una vulgar aprendiz a su lado. Están muy por encima de eso.

Yo, como fiel seguidora de su escuela, intento ponerme a su nivel, pero me es imposible. La lozanía llega a partir de los sesenta, está claro y viene con esa trabajada sabiduría de los años vividos. 

Sólo gracias a ellas sé que cubrir un corte en el dedo con una tela de araña parará la hemorragia, que hay que saber de qué tipo de género está hecha la ropa antes de comprarla (¡Podría encoger o desteñir!) o la importancia de seguir los "partes" metereológicos para tener de qué hablar en el ascensor.
Además, recitan el refranero sin pestañear, a la menor ocasión, dejándote traspuesta ante la fuerza de sus palabras y pueden subir el monte cuatro veces más rápido que tú, por mucho que entrenes en el gimnasio.

En mis tardes de ocio no tengo ningún reparo en mezclarme con ellas para hacer manualidades, ir a un concierto o asistir a una conferencia. Cuando las veo allí, en inmensa mayoría, cualquier actividad se revaloriza.

1) Porque no se cortan nada en decir lo que piensan.

En la noche de los libros, cuando el ponente alababa el talento de Umbral, se oye de repente:
"A mí no me gusta. Me parece un pedante insoportable".

2) Porque les sobra picardía.

En un kiosco, una señora se para dos minutos ante la portada del desnudo de Belencoso en "Vanity Fair". Se gira y me dice:
"Eso sí que es un hombre y no el idiota con el que me casé".

3) Por su curiosidad ilimitada.

En la presentación de un libro de cocina. Una señora saca lápiz y papel y pregunta al autor:
"Y decía que el bacalao ¿puede prepararse...?"

4) Por su comprensión y solidaridad.

En la ópera, una señora ayuda a su amiga, porque no puede ver los subtítulos:
- "Y ahora es cuando él le dice que no puede vivir sin ella. ¿No notas la tensión?".
- "Aaaaaahhhh, claro. Porque ella está prometida con el otro ¡Pues éste es más guapo!".

5) Por su eterno papel de madres

A mis amigas en una conferencia:
"Neniñas, ¿estáis bien?, ¿os dejamos ver? ¡Carmen, deja pasar a la juventud!

Y podría seguir, con numerosos ejemplos.

El caso es que la próxima vez que Catuxa me diga:
- Tía, parecemos señoras sentadas en el banco.
Yo le contestaré:
- Sí. ¿No es genial?

Forever and ever:

* La camiseta es un diseño de Shirtcity: www.compradiccion.com/camisetas/camiseta-senoras

1 comentario:

  1. Oye Laura, gracias por esta magnífica exposición de tantas y tantas señoras. La verdad es que lo que dices no me suena a nuevo, pero lo tenía algo olvidado. Las opos y sus años de semi-reclusión no tienen nada de bueno, excepto la recompensa final... si la consigues.
    Lo dicho, sigue así, con ese ritmo de actividades y eventos... y no dejes de contarlo ;)

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