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domingo, 24 de octubre de 2010

Euskadi (Segunda parte)

Al día siguiente, por la mañana, nos levantamos temprano con la intención de volver a Zumaia. Desayunamos con las ventanas abiertas, escuchando el sonido de los pájaros. Las dueñas de la casa nos habían dejado sobre la mesa el pastel de bienvenida vasco, un bizcocho relleno de crema riquísimo. Cuando bajamos, nos estaban esperando con un paquetito:

- Toma, lo encontramos -le dijeron a Bieito.
- ¿Es el diccionario? -preguntó él ilusionado.
- Sí, es pequeñito, pero tiene las frases más comunes. No te va a hacer falta, de todas formas.
- ¡Anda, gracias! Es por curiosidad simplemente, por saber. ¿Cuánto os costó?
- ¡Nada, hombre, os lo regalamos! -contestaron riéndose.

La noche anterior Bieito les había preguntado si tenían un diccionario de euskera para saber dar los buenos días y ser cortés. Ellas se habían quedado sorprendidas y preocupadas diciendo que no íbamos a tener ningún problema, porque todo el mundo sabía castellano. Tuvimos que aclararles que queríamos aprender lo que pudiésemos por iniciativa propia.
Tenían los ojos como platos.

- Bueeeno, siendo así, no tenemos diccionarios de euskera-español, sólo de euskera, pero podríamos conseguirlo.

Debíamos ser los primeros turistas que les decían semejante cosa.
Bieito les comentó que entonces no importaba, pero al día siguiente habían bajado por la mañana a la librería del pueblo para dárnoslo.
Y fuimos nosotros los que alucinamos.

En el coche estuve hojeando el librito:

- Buenos días: egun on. Buenas tardes: arratsalde on. Por favor: mesedez. Gracias: eskerrik asko. Ya puedes ir memorizando, está claro que no viene del latín.

Algo sí aprendimos y la verdad es que dejamos a más de uno en ascuas. Era divertido ver cómo le brillaban los ojitos a los señores mayores después de que nos indicaran en castellano donde quedaba tal calle y haberles dado las gracias en euskera con acento gallego. Con su ayuda, pudimos llegar a ver los flysch de la zona. Se llaman así a los pliegues que hace el mar en los acantilados, como si fuesen arañazos o páginas de un libro cerrado. En los estratos más antiguos se encontraron restos del meteorito que extinguió a los dinosaurios.

 Flysch de Zumaia, con la marea baja. LGP

Hay una ruta que sale desde el centro de interpretación de Zumaia y bordea la costa hasta Deba. Nosotros no llegamos tan lejos, pero bajamos a ver las hendiduras aprovechando que estaba la marea baja.
La majestuosidad del paisaje se imponía allí donde miraras.

Junto con nosotros, una excursión de niños buscaba camarones y cangrejos entre las pozas, donde se quedaban atrapados muchos animalitos.

- ¡¡¡¡UN PULPO. HE ENCONTRADO UN PULPO!!!! -gritó un chaval.

Enseguida se formó un corro alrededor de él. Los niños más valientes intentaban agarrarlo, pero las ventosas se adherían a sus manos y recuaban ante los gritos de las niñas.

- Pobre pulpo -dijo Bieito- Non sabe a que lle espera.

Nosotros vimos caracolas del tamaño de una mano y cangrejos ermitaños.

 Vista general de Guetaria. LGP

Después de pasear por el pueblo seguimos por la carretera del mar hacia Getaria, pasando por los túneles excavados en la roca y sin dejar de oír las olas. Allí nos tomamos un café en el puerto, al lado de la playa, con vistas a la isla y a la muralla que bordea el lugar.
La siguiente parada fue Zarautz y su kilométrico arenal naranja lleno de surfistas. Nos llevó media hora recorrer todo el paseo, poblado de hileras de apartamentos para turistas y restaurantes como el de Arguiñano, justo en medio de todo.
Me llamaron la atención las esculturas que aparecían cada cierto tiempo por el camino, ofreciendo otras perspectivas del mar. Allí comimos un bacalao a la vizcaína que me supo a gloria.
Tras eso, callejeamos por el centro en busca del club de remo, pero no hubo suerte, el local estaba cerrado.

 Zarautz. ISP

Continuamos nuestro viaje hasta Orio. Ya pegado más al río, el pueblo tenía un aire diferente, menos turístico. Había un montón de fábricas de todo tipo, pero es que en ralidad ésa es la tónica general del País Vasco. Puedes encontrar madereras, conserveras, naves dedicadas a la cerámica, a la siderurgia... surgen como setas en el bosque, en cualquier momento.
De hecho, en Aizarnazabal, donde alquilamos la casa, nos dijeron que el pueblo estaba creciendo porque los jóvenes vivían de la fábrica que había allí y no se mudaban a la ciudad.
Un tejido industrial envidiable.

De todas formas, el casco viejo de Orio es medieval y tiene un montón de callejas empinadas y casas blasonadas de piedra anaranjada, así que tampoco le falta encanto. La mayoría de los escudos hacen referencia a la navegación y muchas familias están emparentadas con almirantes o marinos.
Bieito estaba emocionado, pero el calor empezaba a afectar a mi tensión y tuve que tomarme un café. Era demasiado tute para un día y aún nos quedaba por ver San Sebastián.
Buscamos un sitio a la sombra con una terracita y descansamos al lado de los árboles. Detrás de nosotros un corro de señoras se abanicaba mientras hacían la crónica social:

- ¡Esta mañana vi a Zutanita!
- ¡Zutanita!, ¡cuánto tiempo!
- Bajó del monte a ver a la madre. ¿No sabes que desde que se casó vive allá arriba?
- ¡No sabía que se había casado!
- Sí, con un chico muy agradable de Donostia que es abogado y se mudaron. La madre está muy contenta.
- ¿Ésa no era prima de Mengana?
- Noooo, tú te confundes con Citana, que es la de la farmacia. Ésa está muy malita, estuvo varios días en el hospital...

Mientras nos reíamos a hurtadillas, a Bieito se le ocurrió preguntar a la camarera por el club de remo de Orio.
Ésta sonrió orgullosa y le contestó que lo sentía mucho, pero que el club estaba en obras y que sería imposible localizar a los remeros ahora.

Foto publicada en: http://licemar.lacoctelera.net/post/2010/03/11/regatas-traineras

- ¿Será posible que non dou unha? -se lamentó Bieito.
- Ya te dije que tenías que haber entrado en el de Zumaia.
- En fin, xa probarei sorte con Bermeo. ¿Marchamos logo?

Con el GPS no fue difícil llegar al centro de Donostia, pero la verdad es que había mucho tráfico y Bieito iba un poco tenso. Nada más entrar nos quedamos sorprendidos con la elegancia de los edificios que a mí me trajeron recuerdos de París. La temperatura era muy agradable y la gente paseaba por todas partes.
Era una ciudad en toda regla, veraniega y señorial.

- Mira, aquí hay un sitio para aparcar.
Estábamos justo al lado del Kursaal.
- A ver se me cabe -me dijo Bieito.
Después de maniobrar, satisfechos, abrí la puerta.
- Jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj
- LAURA, QUÉ FIXECHES!!!
- Ups, es que la acera está bastante alta... -dije como una niña pequeña.
- FODICHES* A PORTA!!
- Nooo, sólo la esquinita -continué pestañeando.
- Joder, ¡se nota!
- Bueno, así estamos en paz -si no funciona, hay que cambiar de táctica.
- Como que en paz?
- Te recuerdo que tú te cargaste la defensa de mi Renault 5 golpeándola contra un poste (primera pulla)
- Foi sen querer!
- Y esto también, pero la diferencia es que esto no se nota y a mi Renault le faltaba un buen trozo (segunda pulla)
- Mññññññ. Dios mío, vólvesme tolo**. Como podes ser tan patosa?
- ¡Patosa! Tiene gracia que me lo diga el que choca contra las farolas (tercera pulla y estocada final)
- Iso xa non me pasa!
- Jajajajajajajajaja (la victoria es mía).
- Que muller, Que muller...!! -exageró riéndose.

*Fodiches: en gallego, jodiste
**Tolo: loco

Contentos, caminamos al azar por las que deberían ser las calles principales del centro, en busca de la playa de La Concha. Pasamos por la estación, el teatro, las grandes tiendas bajo la arboleda y el ayuntamiento (el antiguo Gran Casino), hasta llegar al paseo marítimo.

Fotografía de Sergio. Publicada en: http://www.fotolog.com.br/sergiofoto/50504446.


- Bueno, aquí la tienes. En este sitio es donde se hace la regata de traineras más importante de España.
- É bastante pechada*

*Pechada: cerrada

Efectivamente, el arenal era ancho, pero después la costa se estrechaba a la izquierda y a la derecha, como si los dos montes que lo coronaban se quisieran juntar, y en el medio de ellos, había una isla. El esquema, visto desde el cielo, tendría el aspecto de una concha, justamente. Como Bieito decía, ofrecía la posibilidad de coger buenas empopadas.

 San Sebastián. LGP

Esta vez, la marea estaba alta y sólo se veía una fina línea de arena donde aún había personas aprovechando los últimos rayos de sol. Las ventanas de los edificios adyacentes reflejaban con fuerza la luz, como en Coruña.
Tras recorrer la mitad del paseo, me pareció ver una aguja gótica a lo lejos y arrastré a Bieito hacia el interior de la ciudad. No fue difícil encontrarla, la catedral del Buen Pastor es de estilo alemán y sorprende por su gran altura y sus enormes vidrieras, aparte de la decoración de gárgolas y pináculos. Había un montón de niños jugando en la plaza.


A partir de ahí, seguimos callejeando. San Sebastián es muy bonita y luce mucho. Como me había dicho mi amigo Jose, se notaba que la reina María Cristina le había hecho mucha publicidad cuando veraneaba allí.
Pero se estaba haciendo de noche y aún teníamos una hora de coche por delante, así que tuvimos que decirle adios, con la pena de no haber pasado allí el tiempo suficiente.

- Que lle imos facer, non podemos abarcar tanto. Xa volveremos noutra ocasión.
- Bueno, tenemos una perspectiva general, aunque estoy hecha polvo.
- Non contaba con tardar o que tardamos.
- Es que hay mucho que ver.
- E mañán que toca?
- ¡Vizcaya!

(Continuará...)

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