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domingo, 21 de marzo de 2010

Chez Lola

Hay cosas a las que nunca puedes negarte. Una de ellas es una invitación a comer a Chez Lola, un pequeño restaurante de alta cuisine con vistas al mar, de ambiente familiar y con capacidad para seis personas.
La única manera de llegar a él es que seas seleccionado entre miles de aspirantes a través de una llamada telefónica.
Eso ya es un premio en sí.
Una vez aparcado el coche, encontrarás la puerta guiado por el olor y será la propia cocinera la que te dé la bienvenida con dos besos y una sonrisa, de esas que dicen: "Hasta el fondo, la casa es tuya". Después te indicará dónde puedes dejar el abrigo y llamará al garçon para que te haga compañía en la sala, mientras ella da el toque final a su obra maestra.

- ¡Niña! ¿Cómo estás? -preguntará Jose alegrándose de verte.
- Bien, peleando como puedo, pero sin tregua.

Sentados en los mullidos sofás y entre muebles hechos de álbumes de fotos, hablamos a ráfagas, levantándonos con cada din-dón de la puerta. Así hasta tres veces, pero no es ninguna molestia. Cada vez que entra un nuevo comensal lo saludamos con el mismo cariño con el que lo harían compañeros de guerra. Todos estamos en la misma ciudad, pero no nos vemos más que una vez al mes.
Cada uno tiene vidas distintas. Sin embargo, Chez Lola es diferente, consigue reunirnos el día que sea, a la hora que sea. Es el cuartel general.


Cuando el alboroto alcanza su punto más elevado, un tenedor estirado nos obliga a pasar al comedor.
"¡A sus órdenes!" No hacen falta más indicaciones.
La mesa está preciosa. No falta ni un detalle: el mantel impecable, servilleteros hechos a mano, copas, vino y algo más.

- Mete la mano en la bolsa y sin mirar, escoge uno -dice Lola.
- ¡Jajaja! Ya estamos ¡A ver qué sale!

Al rato surgirá un marcapáginas, una figurita, una muñeca... Todo con algún mensajito, como si fuesen las galletas de la fortuna. Lo gracioso, es que siempre aciertan.


- ¿Qué te ha tocado? -me preguntan.
- Pone... "La más romántica: sueña mucho... con los pies en el suelo" Y tengo un osito ¡Gracias!
- Jajajaja, pues esto es el azar ¿Y a ti?
- Yo soy "La atrevida"
- ¡Y yo, "La sexy"!
- ¡Anda que... ya tenemos chiste para rato! -le digo entre risas.
- Bueno, venga, sentaros, que ahora os traigo el primero.

Tengo que admitir que siempre fui una niña mal comedora, nunca me han gustado los sabores raros y los menús en mi casa estaban bastante restringidos. Con el tiempo se me pasó la tontería y empecé a probar cosas nuevas, pero soy de las que no arriesga en un restaurante. Y desde que caí aquí, ya ni me conozco. Todo está tan bueno, ¡pero tan bueno!, que soy capaz de comer sin saber lo que lleva.
La última vez hubo naranjada con alcohol; ensalada de mango, trocitos de queso y otras frutas dulces que no puedo recordar; chipironcitos rellenos; cordero con endivias y brownie de chocolate de postre con nata, fresas y kiwi. Aún se me cae la baba. Sinceramente, creo que el Bulli cerró cuando conocieron a Lola y supieron que nunca podrían competir con ella.

Pero espérate, que después vienen las infusiones. Yo tomé un té de jazmín, pero había muchas más para elegir, de aromas diferentes (Nos llamaron mucho la atención las rosas de pitiminí, que trajeron de Turquía y el estuche repleto de cajitas de Francia).
Todavía insegura por la decisión, como el niño que lo quiere todo, respiro el humo de mi taza. Mmmmmm... Me tranquilizo, y escucho la charla que nunca muere, sino que deriva durante horas a un ritmo de cuentos y anécdotas que parece no tener fin. Salen historias de hermanos y suegras, desigualdades sociales, recuerdos, novios...
Te olvidas literalmente del reloj. Tanto es así, que esta vez tuve que poner la alarma para que me avisara a las cinco y media, porque si no, no llegaba a clase (Un día me dieron las siete de la tarde sin darme cuenta ¡Desde las dos! Y no fui la única)
Estoy por decirle a Iker Jiménez que investigue el asunto. Me encanta esa casa, es algo fuera de lo normal.

1 comentario:

  1. no sé como eres capaz de escribir cosas asi. Tan lindas, tan bonitas. Me encanta!

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