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viernes, 8 de enero de 2010

Rindiendo cuentas


Se acabaron las fiestas. La gente recoge los adornos y hace sitio en los armarios para los regalos de Reyes. Hay caras largas por la calle. Algunos vuelven a trabajar, como quien se despereza de un largo sueño; otros bendicen la llegada de la monotonía y otros tantos rezan para pagar los excesos.
Yo estoy agotada, pero no lo lamento. Me he dejado hasta los huesos por el camino buscando regalos, poniendo a punto la casa para las visitas, batiendo records de ingesta de cafés con los amigos y cumpliendo a raja tabla con la tradición. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien. Y ahora, después de tanto alboroto, es la primera tarde que estoy sola en casa.

"Ya está. Esto es todo", le digo a la ventana con voz triste, mientras deja que eche un vistazo.

Fuera hace frío, parece que Siberia está más cerca de Galicia y los transeuntes se cobijan en los soportales. Se ven bolsas de rebajas y gorros de lana.
Pienso en si merece la pena celebrar la Navidad para que desaparezca tan pronto...

"Ayyyy...", suspiro. Depresión postvacacional.

No tardo en coger la bata y me pregunto cuándo fue la última vez que escuché música porque quería y no para matar el tiempo. Ya ni me acuerdo, así que escojo a Amy MacDonald y me dejo caer encima de la cama, pero en vez de relajarme siento que algo llama a la puerta. Mi 2009 no tarda en aparecer.

- Sabía que vendrías... Está bieeen... pasa -acabo por decir.

Me habla de malas sensaciones, disgustos y no muy buenas noticias, algún cabreo bestial y un esguince inoportuno. A mí ya me empieza a doler la cabeza, pero gracias a Dios no recuerda más detalles. Sin embargo, sí me cuenta ilusionado una excursión a Ourense y con ésas engancha un viaje a Lisboa y un fin de semana en Aveiro; recapitula sin esfuerzo largas Conversaciones y exige que las escriba con mayúscula; me explica miles de aventuras, vividas con viejos y nuevos amigos; se ríe; se pone romántico y me habla de amor hasta dejarme impresionada; además, dice que se ha memorizado cientos de películas, unos cuantos libros y ha hecho tres cursos online... "Y lo mejor", sentencia, "es que en todo este tiempo no he tenido que echar de menos a nadie".

Abro los ojos. A mi lado hay un calendario que pone 2010. Sonrío y le digo:

-No te tengo miedo.

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