Todos tenemos alguna razón para estar tristes. Las cosas no son nunca como uno cree que van a ser. Pero por el hecho de que sean diferentes a lo que esperábamos, ¿son peores? No. Puede que incluso el haber pasado por determinadas experiencias, nos lleve a un futuro mejor o que aprendamos, gracias a ello, a conocernos aún más a nosotros mismos, a los que nos rodean y a aquellos que ya no están.
Mala suerte, buena suerte... ¿Quién sabe? Todo es relativo. Y la vida da tantas vueltas...
En mi caso, precipitarme e intentar vislumbrar un horizonte determinado es una insensatez, porque esto no sigue un esquema ni hay nada seguro. Podría frustrarme innecesariamente, tener razones para ser feliz y no reconocerlas, porque no se corresponden con lo que había imaginado.
Sin embargo, sí puedo soñar. De hecho, es necesario, para poder escalar, intentar lo que parece imposible. Sólo así podría hacerlo realidad, pero con una condición, que en ningún momento me olvide de lo que ya llevo en mi mochila.
Y recordando a Clooney en "Up in the air", siempre viajaremos con ella cargada. Sin ese peso, no seríamos nada, seres grises, en una habitación vacía.
En la mía tengo a mi familia, a mis amigos, a mi pareja, recuerdos, sensaciones, sentimientos, canciones, poemas, olores, chistes, cuentos... y tanto más.
Pero lo mejor es que busques en la tuya, a ver qué es lo que encuentras.
Cuando era pequeña, el mejor momento del día era aquel en el que me balanceaba en un columpio, levantaba la cabeza hacia el cielo y creía que podía volar. Ahora he crecido, ya no quepo en los columpios, pero desde esta esquina del mundo pretendo recrear esa sensación de libertad, donde cualquiera puede tocar el firmamento con la punta de los dedos.
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