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jueves, 8 de diciembre de 2011

Malos tiempos para la lírica

Al menos eso decía el estribillo de la canción de Golpes Bajos y eso me veo obligada a tatarear yo normalmente; con cierto encogimiento de hombros y una fina hilera de dientes de gato de Cheshire, porque no acabo de creérmelo, pero tengo que disimular para que la piececilla no me dé más la brasa.


Por dentro me digo: "Aquí vuelve, otra vez... Maldita musiquita. Podía quedarse tan tranquila en su casa", pero no, le gusta incordiar y esta vez viene dispuesta a llevárselo todo.
Campa a sus anchas por todos los recovecos de la ciudad, colándose en las mentes de la gente, sin que ellos se den cuenta y sin que lleguen a cantarla.
No hace falta, se nota que la llevan dentro.


Yo que la conozco de sobra, a ella y a todos sus males, no puedo hacer nada para pararle los pies.
Está en las noticias, en la política, bajo las mesas de las cafeterías, detrás de las luces de Navidad, en la parada del bus, tras los escaparates de las tiendas, en los parques, en el paseo marítimo...


Puedes esforzarte en cantar otra cosa, pero entonces mandará a algún secuaz a buscarte que rayará las consabidas palabrejas hasta lavarte el cerebro. No hay más canciones posibles. NO. Está prohibido.
Y cuantas más veces me lo prohíben...


Espero a que se vayan y pongo "Can't Take My Eyes off You" de Frankie Valli and The 4 Seasons a todo volumen, me escapo a cantar "Video Killed the Radio Star", de The Buggles, debajo de un puente o me subo en el coche con "Born to be wild", de Steppenwol.







REBÉLATE. Declaremos juntos la guerra.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Sé tú mismo

No conozco nada que no sea difícil. Al menos al principio, cuando lo intentas por primera vez.
Yo no soy de las afortunadas que lo hacía bien a la primera.
Al contrario, lo más normal es que tuviera que esforzarme mucho y no siempre, después de todas esas horas, días, semanas o meses, conseguía buenos resultados.
Mi diario está lleno de errores hilarantes, meteduras de pata, cabreos y lágrimas de frustración. Todo bien mezclado y bien revuelto. Bastantes, en treinta años.
Sólo a base de esas experiencias aprendí a dejar de tomarme todo tan en serio y relativizar, porque, por desgracia, nunca nos preparan para saber recibir los golpes y lo primero que hacía en esas circunstancias era culpabilizarme y dar vueltas y vueltas pensando en cómo arreglarlo, asumiendo que yo tenía el problema, pero en numerosas ocasiones no somos nosotros quienes lo generamos.

Puede que te tachen el examen porque hoy no les convenzan tus argumentos; que te amarguen el día porque ellos mismos están amargados; que el cuerpo se tuerza inesperadamente o que aparezcan 40.000 dificultades así, sin explicación aparente y sin que abras la boca.

¿Qué hacer entonces? Bueno, pues yo sólo hago una cosa y es seguir adelante, como sea.
Si esperas a que todo cambie y se arregle de repente, te pueden salir telarañas, pero nada ni nadie tiene derecho a tirar abajo tus ganas de vivir, por mucho que le quieras.

Dentro de cada uno hay demasiadas cosas buenas como para que se queden encerradas en busca de otro momento para salir. Aunque sea a solas, déjalas volar para que se aireen, te lo van a agradecer.
Quizá algunos no les den aprecio o no las entiendan, pero tú sí y sólo ese es un gran motivo para que les des la importancia que merecen.
 

martes, 22 de noviembre de 2011

Emprender no es tan complicado

NOTA: Hace unas semanas publiqué bajo este título el resultado de mis investigaciones sobre el caso de los profesionales liberales, autónomos que no están obligados a pagar la cuota de la Seguridad Social porque sus ingresos anuales no superan el salario mínimo interprofesional y facturan de forma legal. Una teoría que me corroboraron en el INEM, el  Ministerio de Economía y Hacienda, la Tesorería de la Seguridad Social, la Asociación de la Prensa de A Coruña y la Confederación de Empresarios de A Coruña.


Sin embargo, al publicarlo en redes sociales, algunos profesionales de otros lugares de España me comunicaron que al consultar lo mismo por su parte en sus respectivas ciudades se encontraron con resultados diversos. En algunos casos sí coincidía la información, en otros no.
Es más, me llegaron dos casos de personas que habían sido multadas por Inspecciones de Trabajo.


En vista de ello, suspendí temporalmente el artículo hasta que los organismos citados me respondieran por escrito por medio de una consulta vinculante que los comprometa sobre esta información, pero al parecer, ese documento puede tardar meses.


De todas formas, debido al interés suscitado por los lectores y por si alguien tiene más información sobre el tema, repongo aquí el artículo:


"Según me comunicaron, principalmente en la Tesorería de la Seguridad Social y en el INEM, en España no hace falta pagar la cuota de autónomos para poder emprender y facturar de forma legal. Es decir, trabajar como profesional liberal.

Los únicos límites establecidos para ello son los siguientes:

- Las ganancias no pueden superar en un año los 8.000 euros del salario mínimo interprofesional.
- No se puede ganar la misma cantidad de dinero todos los meses.
- Hay que estar registrados en el IAE (Impuesto de Actividades Económicas) del Ministerio de Economía y Hacienda -esto es gratuito, lo único que se abona es el coste del modelo 037: "Declaración censal simplificada de alta, modificación y baja en el censo de empresarios, profesionales y retendores", que son unos céntimos.
- Es obligatorio presentar las declaraciones trimestrales en Hacienda -este organismo se quedará con el IVA y las retenciones.

Desventajas:
- El profesional liberal no cotiza por su actividad a la Seguridad Social, por lo que no tiene derecho a la prestación por desempleo o a la asistencia sanitaria pública con su propio número de Seguridad Social y lo que ingresa no consta para recibir la pensión de jubilación.

Ventajas:
- Poder iniciar la actividad empresarial (hacer los primeros contactos, conseguir los primeros clientes, hacer frente a los gastos de inversión en equipo, material, etc.) sin la agonía de tener que pagar todos los meses los 254 euros de la cuota de autónomos.

- En el caso de que cuentes con una prestación por desempleo, si presentas en el INEM la factura que hayas hecho por un trabajo como profesional liberal, en el plazo de 15 días desde que se emitió y se cobró, el organismo transforma el importe de esta en días trabajados y durante ese plazo se suspende, para volver a cobrarla cuando este finalice.


OJO: Si te das de alta en el IAE y de repente, al cabo de seis meses, por ejemplo, facturas una cantidad suficiente como para pagar la cuota de autónomos y así lo haces, te van a cobrar esa cuota de forma retroactiva desde el momento en el que te hayas registrado en el IAE. Para que no pase eso, es aconsejable que antes de darte de alta en autónomos, te des de baja en el IAE.


OTRO OJO MÁS: Todas estas condiciones están respaldadas por la Ley 27/2011 publicada en el Boletín Oficial del Estado del 2 de agosto de este año, sobre actualización, adecuación y modernización del sistema de Seguridad Social. En ella, hay que dirigirse a la Disposición Adicional Trigésimo Primera, que habla sobre la complementariedad de ingresos con la pensión de jubilación y que la Tesorería de la Seguridad Social, según me aseguraron, aplica a los profesionales liberales (incluyo ese apartado en una llamada al final del artículo *). Sin embargo, sí me advirtieron de que, como todas las leyes, puede cambiar, así que conviene estar atento, leer la prensa y preguntar cada cierto tiempo a los organismos competentes.


Para mí, esta posibilidad, que hasta hace unos meses desconocía, me podría abrir muchas puertas, ya que al ser mi campo de trabajo el periodismo, la comunicación y las relaciones públicas, no tengo que realizar grandes gastos para ejercer, pero el hecho de que haya personas que han sido multadas me tira para atrás.
De todas formas, aunque no puedo asegurar nada, aquí queda para que conste.


Fuentes: INEM, Ministerio de Economía y Hacienda, Tesorería de la Seguridad Social, Asociación de la Prensa de A Coruña y Confederación de Empresarios de A Coruña.

* Disposición adicional trigésima primera. Complementariedad de ingresos con la pensión de jubilación.
Se incorpora un apartado 4 en el artículo 165 de la Ley General de la Seguridad Social, con el siguiente contenido:
«4. El percibo de la pensión de jubilación será compatible con la realización de trabajos por cuenta propia cuyos ingresos anuales totales no superen el Salario Mínimo Interprofesional, en cómputo anual. Quienes realicen estas actividades económicas no estarán obligados a cotizar por las prestaciones de la Seguridad Social.
Las actividades especificadas en el párrafo anterior, por las que no se cotice, no generarán nuevos derechos sobre las prestaciones de la Seguridad Social.»"

viernes, 14 de octubre de 2011

Están pasando cosas increíbles...

Por ahora no puedo hablar mucho, pero tenéis que saber que mi vida está dando un giro.

No sé explicarlo, pero es como si todo aquello por lo que luché, durante unos siete años, en defensa de mis ideales y mis decisiones, polémicas, en numerosos casos, porque siempre primaron mis sentimientos y el corazón, haciendo malos equilibrios con la cabeza; dieran fruto de repente, y el árbol que estaba deshojado y sin flores, ha estallado de golpe como los almendros en primavera.

No he tenido que hacer nada. Sólo irme de vacaciones a conocer el norte de Italia y ese fue el comienzo de algo Grande, muy Grande.

He cambiado el rumbo, he reorientado mi vela para que siga otros vientos. Se avista tierra a lo lejos, se avista un futuro interesante, borroso, pero interesante. Ya no soy una simple grumete, ahora soy capitán de mi propio barco y estoy intentando enrolar a la mejor de las tripulaciones para que me acompañe en este viaje.

Mi madre está muy preocupada. Dice que estoy demasiado feliz, que es peligroso ¿?
Pero yo le contesto que no tenga miedo, que yo siempre fui feliz, pero estaba un poco dormida, como atontada, y ahora he despertado en todo mi esplendor, con el sol entrando por la ventana.

Mi cerebro, como cuando conseguí trabajo después de un año en el paro, genera ahora tantas endorfinas que no me hace falta tomar café. Con una diferencia, ya no me tienen que dar un empleo, lo estoy creando yo:
soy emprendedora.

Sé que puedo estrellarme, sé que si vuelas muy alto, la caída puede ser dura, pero tengo que volar, tengo que volar, TENGO QUE VOLAAAAAAARRR!!! Como gritaba de pequeña, en el mismo columpio que da título a este blog.

Y si me caigo, que será que sí, porque nadie aprendió a andar en bici sin caerse; no me dolerá, porque mi felicidad se basa en el simple hecho de haberme sentido estos meses correspondida, porque todas las buenas intenciones que volqué en aquello en lo que creía, se han multiplicado y se han convertido en llamadas de gente dándome las gracias a su manera.

Nunca me había sentido tan realizada, tan orgullosa, tan agradecida también de recibir algo con lo que no contaba, porque, como una vez le expliqué a mi hermano, para recibir, hay que dar, pero dar sin esperar nada a cambio. Y cuando no se espera nada y lo inesperado sucede y no es una desgracia, sino que son auténticas maravillas, el nivel de gravedad baja a cero y floto como un globo aerostático, como por arte de magia.

Magia, sí, porque la magia existe, porque los cuentos de hadas tienen razón. Para que las hadas existan, hay que creer, sólo creer y buscarlas, buscarlas por toooooooodas partes, hasta en aquellos lugares donde no hay esperanza y de repente, un día, cuando menos te lo esperes, la magia vendrá a buscarte. Ya os contaré. Dadme tiempo, sólo dadme tiempo...

De todas formas, tengo que decir que hoy también es un día especial para Bieito, porque hoy le comunicaron, oficialmente, que había aprobado todas las asignaturas que le quedaban para terminar Teleco, después de muchas, muchas, pero muchas injusticias por parte de ciertos profesores y de muchas y más horas de esfuerzo estudiando, además de comentarios maliciosos acerca de sus capacidades y otras trabas personales, pero hoy todo se acabó, el informe de notas pone que está limpio. Al fin. Como tenía que ser.

Su espíritu es como el de un gran guerrero, noble soldado implacable, inspirador, un modelo a seguir para cualquiera... un Gladiator... mi gladiador galaico. Bravo, Bieito, BRAVO!!



sábado, 16 de julio de 2011

Huellas

Siempre busco huellas en la playa. Las veo prolongarse en el horizonte, hasta perderse entre las dunas. Cada una con su propia historia y todas mezclándose entre sí, como las propias vidas de las personas que les dan forma.

Sumergida en el grupo, sólo veo figuras que caminan, consciente únicamente de mi propia individualidad, centrada en mis cosas, como si todos los que me rodearan fueran siluetas que pasan. Nunca pienso que una de esas sombras podría estar pensando en mí.

Pero yo sí lo hago, cuando dejo mis asuntos a un lado y miro alrededor, me gusta imaginar qué hay detrás de esas huellas. Recreo formas de ser, pensamientos, profesiones, problemas... Todo un abanico de diversidad.

Lo hago con mucho cariño, como si realmente los conociera, uniendo sus gestos y su físico a un boceto en particular. Y entonces percibo cómo todo aquello en lo que meditaba se vuelve minúsculo ante tantos trazados diferentes y complejos.

Me digo que hay muchas cosas que merecen la pena. Hay tanto por descubrir...
Y lo mejor es que no estamos solos para hacerlo.


domingo, 19 de junio de 2011

Un día especial

Ayer fue un día especial y no porque me quedara en casa, arrastrada, con un catarrazo del demonio o porque descubriese la intriga de la serie "Juego de Tronos", sino porque justo ese día hacía 12 años que conocí a Bieito.
Tengo que admitir que entre kleenex y kleenex, pesadez de cabeza y estornudos varios, no caí en ello, pero él me lo recordó por la mañana al día siguiente, cuando me llamó por teléfono.

Ultimamente no estamos mucho juntos.
Justo ayer era la presentación de la liga de traineras en Rianxo, donde pasó todo el día, mientras yo estaba en jaque tirada en el sofá. Hoy se tuvo que ir a Valladolid para poder resolver mañana unos asuntos de la carrera y el resto de la semana está haciendo un curso en Santiago, del que vuelve muy tarde.

Quizá, después de tantos años, el que no pueda verle no debería importarme. Entiendo que cada uno tiene que hacer su vida, cuidar a sus amigos y mantener sus aficiones. Respeto tanto su espacio como el mío. Creo que es algo fundamental en cualquier pareja...

...pero algo se encoge en mí cuando no está a mi lado.

Pareceré alegre y tranquila, como siempre. Bajaré a tomar algo y me reiré más de una vez.
Seguro que lo pasaré bien y sin embargo, una parte de mí estará proyectando su figura como si estuviera presente: qué diría, qué haría, qué  cara pondría en ese momento... E inevitablemente su nombre saldrá de mi boca.

No puedo evitarlo, aún estoy enamorada.
Como una chiquilla de quince años. Feliz de sentir su mano entre las mías. Esperando a proyectarme en sus ojos, colgada de su sonrisa y mirando el móvil para ver si tengo llamadas perdidas.
No me acuesto sin escuchar su voz por la noche y me levanto alegre pensando que vendrá a verme a la oficina.

Sé que no lo suelo decir, pero lo pienso, todos los días.

lunes, 30 de mayo de 2011

¡¡Hay que ver!!

¡¡Qué de polvo se puede acumular aquí en unos meses!! Cof-cof. Voy a por un plumero...
Una se descuida, deja un tiempo de escribir... ¡Cof, cof! Y ya está todo el blog cubierto de pelusas gigantes.
Bueno, esto ya está un poco mejor, al menos distingo las letras del teclado...

¡¡Muy buenas!! ¿Qué tal? ¿Cómo andamos?

Sí, sé que he estado desaparecida. Me pesa en el alma.
La razón es que trabajo tantas horas con el ordenador que cuando llego a casa ni quiero mirar los e-mails.
Valoro mucho mi tiempo libre y necesito desconectar de tanta máquina, así que cuando libro, me voy a pasear.

El fin de semana se me va en eso. No tengo tiempo de aburrirme ni de hacer alguna otra cosa más. Desgasto las suelas de los zapatos hasta que me piden una tregua.
Mis otras aficiones, ahora, se vuelven secundarias ante la necesidad imperiosa de no pensar en nada y vaciar la cabeza para volver a empezar el lunes.

El ritmo diario es intenso porque trabajamos para 300 personas. Es imposible tener cinco minutos para organizar la mesa.
Las tareas menores se van acumulando para dejar espacio a lo importante, hasta que de repente me encuentro en una trinchera de papelotes, post-its y carpetas que no dejan espacio a mis dos ordenadores (uno es mío, que utilizo sólo para diseñar y el otro es el de la empresa, con las bases de datos y demás)

foto publicada en: http://usuarios3.arsystel.com/aleszaragoza/iStock_000009700656Small1.jpg


Pero a pesar de todo y de lo cansada que estoy durante la semana, por suerte, lo voy controlando, incluidos los imprevistos que surgen en el peor momento. Así que es ahora cuando, verdaderamente, disfruto de lo que hago, porque tengo tiempo para ser consciente de la función que cumplo y también empiezo a notar las consecuencias de mi esfuerzo.

No busco un reconocimiento público, lo que quiero es sembrar ilusión, que la gente se sienta activa y capaz de sacar cualquier cosa adelante. Busco medios y contactos debajo de las piedras para que lo consigan. Intento contagiarles de ejemplos y casos realistas que les motiven. Les pico aquí y allá, para que investiguen, que pregunten. Les promociono y les ensalzo para sacar en mis entrevistas lo mejor que hay en ellos y de lo que quizá no sean conscientes. Pongo pilas y recargo las mías a la vez, cuando siento que los ojos se encienden, que el mensaje llega y que nada parece tan difícil ahora.

Puedo asegurar que no destaco nada en la oficina, que nadie me pregunta ni me consulta. Soy la nueva, no tengo voz ni voto. Sin embargo, hay gente para la que trabajo que me busca con una sonrisa en la cara o que me ayuda sin pedir nada a cambio. Incluso me animan cuando meto la pata. Me saludan y me invitan a un café si me ven por la calle y no les importa de quién sea hija o con quien esté relacionada para poder compartir contigo muchas cosas.

 Esa es suficientemente razón para levantarse todos los días por la mañana.

domingo, 20 de marzo de 2011

Una mañana de sol

Hoy salí pronto de casa. Me desperté a las diez y el sol me animó a pasear.
Fui sola, quería andar un poco, oler la primavera y dejar que me pusiera de buen humor.
Me sentía como una margarita dormida, cubierta por un manto de frío.
El calorcillo me desperezó y desplegué los brazos.
Lo echaba de menos.

Crucé varios parques donde los niños jugaban inquietos.
Había bicis por la carreterera y personas leyendo el periódico al aire libre.
Me vinieron flash-backs de cuando tenía seis años y acompañaba a mis padres los domingos por la mañana a comprar el pan. Siempre pedía el currusco, que sabía a gloria. Después, en el kiosco de Maruja me dejaban elegir un tebeo. Un Don Mickey o un Zipi y Zape. Eran mis preferidos.
En el cruce de Alfonso Molina sopló el viento. La brisa olía a mar, ya no era tan fría como días atrás, ni estaba contaminada por el tráfico.
Estar allí, con la mañana por delante, era lo más parecido a la felicidad. Es tan fácil como vivir el presente.
En mi cabeza no había sitio para más, ni iba a permitir que lo hubiese.

domingo, 6 de febrero de 2011

Cuando nos presentan a alguien...


...normalmente, encajamos a esa persona en un cuadro, teniendo en cuenta su apariencia física, su forma de vestir, su voz, sus gestos…

Nos puede caer bien o no. Eso es inmediato e inevitable y forma parte de nuestro instinto de supervivencia, el que nos dice quién es amigo o enemigo.
Sin embargo, nuestra parte racional, nos indica que las apariencias engañan, pero la mayoría de las veces no lo tenemos en cuenta.

Hace mucho tiempo que decidí dejar de lado al instinto, porque en más de una ocasión pude comprobar que se equivocaba. Siempre me llevo una primera impresión de aquel al que conozco, pero hago un esfuerzo muy grande por dejar que pase el tiempo y que los hechos me digan quién es de verdad, antes de actuar.

Gracias a eso, he hecho grandes descubrimientos y en lugar de minimizar a alguien con prejuicios, he encontrado riquezas en los demás que me han dado alegrías o todo lo contrario, desilusiones que me han llevado a poner distancia a las falsas amistades.

Una vez tuve que trabajar con un hombre que estaba a punto de jubilarse, yo tenía 27 años, llevaba cuatro en la oficina y nunca había oído hablar bien de él. Tampoco lo había visto sonreír en todo el tiempo que llevaba allí. Decían que era tosco, egoísta y arisco, que tenía muy mal humor y que era insoportable ser su compañero. Había una persona que pidió literalmente que la cambiaran de sitio para no compartir mesa con él.
Yo sólo había intercambiado cuatro frases en alguna ocasión y sus  respuestas habían sido cortantes, así que estaba a la defensiva cuando él aterrizó a mi lado.
Creo que pasó medio mes, hasta que un día me dirigió la palabra:

-         ¿Sabes que es esto? -me preguntó enseñándome una foto antigua. Él hacía las efemérides del periódico donde trabajaba.
-         No, ¿es Coruña? ¿Dónde es?
-         Es el Campo de la leña. La zona se llama así porque antes la gente acumulaba allí grandes pilas de madera para venderla, como puedes ver en la foto, cuando por entonces las casas se calentaban con chimenea. Ahora ya no tiene nada que ver, sólo le ha quedado el nombre.
-         ¡Vaya! Qué bonito, no lo sabía.
-         Porque eres muy joven –respondió alegre. Era la primera vez que lo veía así- pero han cambiado muchas cosas en esta ciudad. ¿Viste alguna vez los periódicos antiguos?
-         Vi un número que está enmarcado en el pasillo, pero los demás dicen que están en la biblioteca pública, no los tienen en el archivo.
-         Sí, pero yo los traigo de allí. Ven, mira.

Abriendo libracos más grandes que los tomos de una enciclopedia, le fuimos sacando polvo a las noticias de principios del siglo XX, en las que cada frase era impresa letra a letra, con una linotipia. Yo contaba las vivencias de mis padres y mis abuelos y él les ponía fotografías. El pasado volvía como por arte de magia.

Desde entonces, fuimos muy amigos y hablamos más de una vez del periodismo, del gran periodismo, cuando había tiempo para investigar y las palabras eran algo más que garabatos. Él había vivido esa época con pasión y la transmitía muy bien. Desde luego, era un hombre inteligente y sabía dónde estaban las buenas noticias y cómo conseguirlas.
Me sorprendió que alguien así, estuviera abandonado en el archivo y recordé todos los chismes que había escuchado de él.
Es cierto que tenía carácter y era cabezota, pero decía grandes verdades a las que nadie daba valor. Quizá el problema fuese que en esta profesión hay mucho ego y algunos no llevan bien las críticas. Pero en mi caso, aprendí más de él, que con otros.
Era exigente, pero muy buen profesor y me trataba como si fuese su nieta.
Silenciado y arrinconado durante años, entendí su amargura y su mal humor. Sólo quería que alguien le escuchara, por suerte, fui yo.

lunes, 31 de enero de 2011

El difícil equilibrio entre vida profesional y vida privada

Estamos en febrero ya y todavía no he podido darme cuenta. Desde que empecé en la asociación no he tenido ni un segundo libre, más allá de lo que necesito para respirar.
Pensé que esta situación era sólo el principio, pero, por lo que veo, es la tónica común.
Me gusta lo que hago, sin lugar a dudas. Sin embargo, creo que el trabajo, sin tiempo para estar con los tuyos o algo más básico todavía, tiempo para ti mismo, para relajarte, poder leer, escribir, escuchar música... es malgastar la vida.

Hace poco, mi amiga Carapuchiña me recordó un chiste que ya había escuchado en otra ocasión.

Un hombre mexicano estaba en la playa, contemplando el mar. Tranquilo y apacible.
La estampa llamó la atención de un turista americano que pasaba por allí con ganas de hablar.


- Perdone -dijo interrumpiendo los pensamientos del hombre ensimismado-, es que tengo mucha curiosidad, ¿usted a qué se dedica?

- Soy pescador -contestó el mexicano con una sonrisa amable.

- ¡Qué trabajo más duro...! ¿Cuántas horas le dedica al día?

- Dos o tres...

El turista sorprendido y airado no pudo contenerse:

- ¡Pero... entonces...! ¿Qué hace el resto del día?

- Pues mire, yo me levanto tarde, pesco un par de horas, juego un rato con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer y al atardecer, voy con mis amigos a tomar unas cervezas.

- ¿¡Pero cómo hace eso?! ¿Por qué no trabaja más?

- ¿Para qué? -replicó el mexicano.

- Si trabajase más, en un par de años podría comprarse un barco más grande, pasado un tiempo podría montar una factoría, más adelante abriría una oficina en el distrito federal... Después podría montar delegaciones en los Estados Unidos y en Europa. Las acciones de su empresa cotizarían en bolsa.... ¡Sería usted inmensamente rico....!

- Y... ¿para qué? -volvió a preguntar.

- Bueno, al cumplir 70 años podría jubilarse, venir aquí, levantarse tarde, pescar un par de horas, jugar un rato con sus hijos, dormir la siesta con su mujer y salir al atardecer a tomar unas cervezas con sus amigos.....

Todo es una cuestión de equilibrio. Lo difícil es escontrarlo.