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jueves, 24 de diciembre de 2009

Mi amiga Inma y el cardamomo


No hace falta que diga que quiero mucho a mis amigas, creo que es evidente. Para mí cada una es distinta y única en su género, y eso es lo que me encanta de todas ellas. La posibilidad, no sólo de compartir mi día a día entre chistes, grandes dosis de comprensión y fantasías varias, que crecen con sus opiniones o experiencias; sino también la de formar parte, por unas horas, de sus propios universos.

El pasado lunes tuve el placer de quedar con mi amiga Inma para acompañarla al supermercado. Llevaba una lista de ingredientes parecida a la que usan las brujas en sus pócimas mágicas. Iba a preparar el menú de Nochebuena y Navidad.

En mi casa, no hay grandes secretos, seguramente caerá algo de marisco, quizá cordero, jamón asado, bacalao... Algo típico de estas fechas.
En casa de Inma, abrirán con una ensalada exótica, seguida de solomillo con paté de pato al Oporto y de postre, una mousse de chocolate en copa con frutas selectas. Para el día siguiente, como cualquier buen restaurante, ofrecerá de nuevo algo igual de espectacular, pero diferente.
Con semejante exhibición de talento culinario, por supuesto, su familia le encarga a ella esta tarea, que se toma muy en serio, pese a no ser cocinera profesional.


Así fue como, carrito en ristre, me encontré buscando cosas tan singulares para mí como hojas de menta y albahaca frescas ("Las envasadas como especias no valen, porque no desprenden ese sabor", me explicaba Inma), pomelos, ¿era un mango o un aguacate?, grosellas, moras, ¡vainas de vainilla! Esto último me dejó muy sorprendida, porque no sabía que la auténtica vainilla es lo más parecido a una regaliz negra.

También revisamos unas 20 indicaciones sobre el tamaño, peso y composición de los distintos patés y recorrimos otros diez pasillos para elegir mantequilla, azúcar glass y chocolate negro para repostería.

Ni que decir tiene que cuando una simpática señorita se me acercó, en medio de la exploración, para ofrecerme un café promocional, no tardé ni dos segundos en decirle: ¡Gracias!, ¡no sabes cuánto lo necesitaba!

No, en serio, me lo pasé como una enana. Perseguir a Inma por los pasillos es lo más parecido a ser un pinche de cocina aprendiendo del mismísimo Juan Mari Arzak. El momento clave del asunto fue cuando, siguiendo las instrucciones de la receta, encontramos una palabra desconocida tanto para ella como para mí:

"Cardamomo"


- ¿ Y esto qué es? -le pregunté a mi mentora.
- No tengo ni idea, pero me suena a especia.
- A mí me suena a nombre de gnomo -le contesté yo.
- ¡Jajajajaja! -la risa de Inma es la cosa más fantástica que puedas encontrar en el mundo- ¡El señor cardamomo! -dijo, como imaginándolo en alguna madriguera habitable- Nooo... Será alguna semilla de la India.

Así que nos dirigimos de nuevo al estante de las especias, pero allí no había nada parecido. El misterio continuó cuando le preguntamos al encargado de sección y nos hizo repetir la palabra. Después de ir al almacén a desternillarse de risa con sus compañeros nos aconsejó:

- Sí, será mejor que preguntéis en el rincón del gourmet -señaló burlón.

Entre vinos, bombones, embutidos y treinta personas haciendo cola para que las atendieran había unas cien especias, de las más raras, pero no, no había cardamomo.
Lo que sí encontramos fue el líquido de trufa, otro de los ingredientes secretos. Lo venden envasado y un tarrito de cuatro centímetros cuesta nueve euros. Una trufa, envasada, que no fresca, llega a los cien.

- ¡Con razón hay gente que entrena cerdos para esto! -apunté y lo añadí en mi lista de posibilidades de negocio.

Pero Inma no estaba contenta, porque sabía que en su estupenda comida faltaría el toque maestro. Empezábamos a resignarnos cuando, jugando la última carta, sin casi esperanzas, le preguntamos al cajero.

-¡Cardamomo! Una especia... Mira -susurró bajando el tono de voz- esto no te lo puedo decir, pero hay una tienda pequeña, cerca de la calle Real, que si no lo encuentras allí, es que no existe.

Al menos era una pista. Yo no tenía ni idea de la existencia de dicha tienda, y eso que me conozco la ciudad al dedillo. Así que ya me estaba imaginando un sitio tipo la cueva de Alí Babá y los 40 ladrones, cargado de aromas y colores extraños, que sólo aparece cuando dices "Ábrete Sésamo". Pero mi amiga, creía conocer el lugar porque a pesar de pasar por allí y no ver tienda alguna, recordaba un olor muy intenso y característico. Así que se despidió de mí, agradeciendo mi paciencia -No sé por qué, ya que había sido una de mis mejores tardes- y me dijo que ya me contaría su aventura al día siguiente.

Por la mañana, tenía un mensaje: ¡Ya tengo el cardamomo!



Cardamomo (Elettaria cardamomum) * 
 
- Origen: bosques monzónicos del sur de la India. En Birmania, Sri Lanka, Tanzania, Vietnam y Guatemala tambien se cultiva, siendo este último país uno de los que produce el cardamomo de gran calidad.

- Después del azafrán y la vainilla es la tercera especia más cara.

- Se cultiva sobre todo por sus picantes semillas negras, que crecen dentro de unas cápsulas de color verde pálido y con forma ovoide, y cuyo sabor recuerda al alcanfor.

 - Como condimento sirve para estimular la digestión, para combatir la flatulencia y para despertar el apetito.

- En la India es uno de los componentes básicos del garam masala y de los polvos de curry y también se emplea en postres cremosos de pistacho y almendras.


* Explicación de: http://fichas.infojardin.com/condimentos/elettaria-cardamomum-cardamomo.htm

1 comentario:

  1. Yo de pequeñita iba a esa tienda a comprar con mi madre todo tipo de especias, pero de las que conocemos aquí. Sobre todo pimentón y cominos. Huele genial, y espero que nunca la cierren ^_^

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